Como no podía ser de otro modo, nuestro grupo de senderistas Cabreiro, está ampliando fronteras hasta que no quede ninguna, en mi caso, he podido viajar hasta tierras Bolivianas y para mí es un placer hacer partícipe al grupo de mis vivencias aquí, ya que cada paso que doy pienso en un momento vivido en las rutas con cada una de mis “cabritas malagueñas”!
El primer viaje fue el mes de
Marzo del ya pasado 2013, por la zona de El Palmar, un área protegida de las
que aquí se denominan ANMI (Área Natural de Manejo Integrado), en la Cordillera
Oriental del departamento de Chuquisaca, con una altitud de entre 1000 y 3000
metros, dato que indica que es un paisaje de orografía accidentada.
Localización de Chuquisaca en Bolivia |
Nuestro viaje fue de tres días y
por ello sólo pude conocer una parte, pero fue un viaje con biólogos y
trabajadores sociales, por lo que tuve la oportunidad de aprender bastante.
Fuimos con el objetivo de informarnos
del estilo de vida que tienen los miembros de las comunidades que habitan allí,
y el gado de relación que tienen con el entorno, para tener información sobre
fauna y flora con el fin de reconocer núcleos de conservación justificados, y
se buscaba también, intercambiar información e ideas con los guardas forestales
con el fin de mejorar el control del parque y la formación de futuros guardas.
Llegada a la comunidad Molani |
Comienzo de la organización de la jornada. |
En este parque existen varias
comunidades repartidas por todo él, de las que visitamos La Joya, Molani, Rodeo
y Torco Torco, donde asistimos a reuniones de puesta de acuerdo en la
organización de labores de trabajo de campo, después de las cuales comimos y
pasamos parte de cada día, aunque sea poco, pudimos ver el tipo de vida que se
lleva en las comunidades y el tipo de gente que es.
Amanecer en la Cominudad de La Joya |
Para mí ha sido insólito, ya que
es algo totalmente opuesto a lo que nos encontramos en nuestro entorno urbano y
“civilizado” (que es sinónimo de corrompido). La sensación era de que nosotros para ellos éramos completos
extraños, tanto, que al acercarnos la mayoría abandonaba sus actividades para
observarnos pasar con cara de desconfianza algunos, y simpatía otros. Supongo
que si yo viviese en el paraíso sin que nadie viniese a corromperlo, también
tendría recelo hacia cualquier posible visita amenaza.
Hicimos un par de rutas por el
lugar, donde pudimos apreciar entre otras maravillas la palmera endémica que da
nombre al parque Parajubaea Torralyi,
o Palmeras janchicoco cuyo fruto (el janchicoco) toma importancia por ser alimento principal
del oso de anteojos Tremarctos ornatus, una de
las representaciones de fauna más importantes del este lugar. La vegetación es
abundante y los espacios entre macizos montañosos amplios, el sonido
predominante es el de las numerosas aves que habitan en los árboles, y al mirar
hacia el cielo, lo más normal es ver una cóndor, una águila o un buitre volando
entre las formaciones rocosas.
Inicio de la ruta por el río Grande, con mis compañeras de viaje y
biólogas
Este viaje, además de ser el
primero que hice durante mi estancia en Bolivia, fue representativo entre
todos. Hay gente a la que le da rabia que la gente que vive en la ciudad vaya 4
o 5 días a un entorno alejado de esta vida, como puede ser una de esas
comunidades en la montaña, y que por apagar el teléfono y el ordenador durante
este período para disfrutar de la experiencia, piensa que ya entiende este modo
de vida y que “está hecho para ello”, pero luego (y durante todo el tiempo lo
sabe), vuelve a su vida de siempre, enciende de nuevo todos los aparatos y como
si nada hubiera pasado. Pues bien, comparto esta opinión de recelo hacia esa actitud,
ya que me parece hipócrita y cómoda. Personalmente, yo he disfrutado esos días
y he aprendido mucho acerca de la gente con la que conseguí interactuar y de
las vivencias que tuvimos en cada momento (tanto malas como buenas) pero soy
consciente de que nunca seré uno de ellos porque he crecido en un entorno muy
diferente y soy de las que llega a donde hay cobertura y enciende el teléfono….Mi
propósito lo cumplí, ver de primera mano eso que tanto admiro y conocer más
sobre culturas que están en el mismo mundo en el que todos vivimos y que desde
nuestra burbuja no se aprecia. Con este y otros viajes y descubrimientos desde
mi “pequeño” mundo, puedo decir que encontré la empatía que intuía que
encontraría...Nada más.